domingo, 20 de noviembre de 2011

Ollanta, amigo, vuelve a tu camino

Raúl Wiener

Raúl Wiener

POLITIKA Analista

Un lector de mis artículos sobre Conga, publicados en mi blog: www.rwiener.blogspot.com, me pregunta si después del discurso en defensa del proyecto minero de Yanacocha, estamos ante “la total derechización de Humala”. Y pienso que no; que los bandazos del Gobierno van a continuar.

También en julio, muchos proclamaron el fin, cuando Ollanta “tranquilizó a los mercados”, anunciando que Velarde se quedaba en el BCR y Castilla subía de viceministro a Ministro de Economía, dando a entender, de paso, que sus colaboradores originales y aún los de la segunda vuelta, eran algo así como espanta mercados.

Pero no era la “derechización total”, porque luego vino el discurso de 28 de julio, el gravamen minero y las primeras reformas, que dejaron la sensación de un Gobierno que cedía espacios para avanzar en otros.

Un débil reformismo hacía que una parte del país viera que, si bien no era lo que había soñado, la transformación llegaría de todos modos, lentamente y con contradicciones; y llevaba a la otra parte a la certeza de que no habría fracturas traumáticas; todo lo cual se expresaba en la alta aprobación de los meses iniciales.

Pero este mismo sistema está condenado a pasar por momentos en que no se puede contentar a todos y hay que hacer definiciones. La derecha lo ha entendido claramente y por eso apuró Conga, cuando no tenía ninguna urgencia de hacerlo.

El mecanismo para imponerse estaba, además, ya claramente trazado. En medio del escándalo Alexis se le arrancó la economía, y ahora bajo el fuego del affaire Chehade se ha consagrado a Conga con una declaración presidencial que la liga a la gran transformación y la inclusión, como si para eso sirvieran los proyectos mineros.

Sometido al ultimátum de los gremios empresariales y la prensa de derecha, que fijaron los términos: o Conga y 36 proyectos mineros más ya aprobados, o no habrá inversión ni dinero de las minas para el Gobierno, el Presidente les salió al frente a los cajamarquinos, andahuaylinos y ancashinos que reclamaban territorios libres de minería y les dijo que no aceptaba “ultimátums de nadie”, es decir, que entre la presión en los dos flancos se inclinaba hacia el lado al que se inclinaron todos los últimos gobiernos.

Esta es la verdad, pero aun así creo que no es la “derechización total”, ni el cambio de calidad o la línea de la Isla del Gallo. Es el Gobierno que Ollanta armó con la asesoría de su amigo argentino-Brasileño que vuelve a ceder una posición estratégica a la derecha, y al día siguiente insiste en tender nuevos puentes con el pueblo.

Es posible que en este juego político haya quien piense que cada una de estas decisiones desconcierta a la izquierda y a la derecha y fortalece al Presidente en su papel de árbitro.

Pero habría que tener cuidado. La herida infringida a Cajamarca es muy profunda, como parece que está siendo la sufrida por los cocaleros sometidos a una erradicación que está fuera del control del Gobierno, con un CORAH que ahora solo reconoce como autoridad a la DEA. Es demasiada derechización para una semana y se viene otra con huelgas y movilizaciones.

Ollanta tendrá que optar: o se cree las lisonjas de Romero, Benavides, Bedoya y otros que ya lo están incorporando al gremio de los presidentes de las inversiones, o se acuerda de dónde viene y por qué llegó al gobierno. Para ello los cajamarquinos han inventado la consigna que sirve de título a esta reflexión.

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